La plataforma de inteligencia artificial ChatGPT ha sufrido interrupciones significativas en su servicio desde el pasado lunes 6 de noviembre a la fecha, afectando a usuarios y desarrolladores por igual. Aunque, específicamente, la causa identificada por la que pasó ChatGPT caído —ayer miércoles— ha sido un ataque de denegación de servicio distribuido (DDoS). Esto, según OpenAI, habría obstaculizado el funcionamiento normal de la plataforma.
ChatGPT caído: entre la tecnología y la vulnerabilidad
El ataque DDoS, caracterizado por el envío masivo de solicitudes a un servidor para sobrecargarlo y provocar su caída, ha sido reivindicado por el grupo Anonymous Sudan. La acción ha sido descrita como un gesto de apoyo a Palestina, y se ha dirigido específicamente a OpenAI debido a sus vínculos con Israel. Este suceso ha interrumpido el lanzamiento de nuevas funcionalidades de ChatGPT, incluyendo una tienda de aplicaciones para chatbots y una versión más potente del modelo GPT.
La respuesta de OpenAI ante el ciberataque
OpenAI ha respondido al ataque implementando medidas para mitigar el tráfico malicioso y restaurar el servicio. Sin embargo, el incidente ha tenido un impacto en la percepción de la seguridad de la plataforma. A pesar de los esfuerzos de la empresa por ofrecer soluciones innovadoras en el campo de la inteligencia artificial, los desafíos de seguridad siguen siendo un aspecto crítico que requiere atención continua.
El ataque no sólo ha afectado a la disponibilidad del servicio, sino que también ha planteado preguntas sobre la robustez de los sistemas de IA frente a las tácticas de los ciberdelincuentes. A medida que la IA se integra más en la vida cotidiana, la necesidad de proteger estas tecnologías contra amenazas externas se vuelve cada vez más imperativa.