Recientemente, el creador de Facebook afirmó que el acceso a Internet debería entenderse como un derecho humano, frase que refleja el nivel de importancia que ha adquirido la banda ancha en todo el planeta, entendida como un motor de desarrollo económico y social.
Frente a esa afirmación de Mark Zuckerberg, el gerente de ventas de Level 3 Chile, David Lacobucci, comenta que según la Comisión de Banda Ancha de la ONU más del 40% de la población del mundo ya cuenta con acceso a Internet, esperándose que en un plazo no superior a los dos o tres años esa cifra llegue recién al 50%. No cabe duda que la banda ancha está transformando el escenario de las telecomunicaciones globalmente, proceso que se genera principalmente a partir del desarrollo de las tecnologías móviles.
Para el ejecutivo de Level 3, otro aspecto interesante dentro del constante cambio es el crecimiento del ancho de banda internacional. Acorde a cifras de la UnioÌn Internacional de Telecomunicaciones (UIT) éste alcanzó un 45% por año, entre 2001 y 2013, cifra que llegó a casi un 30% en los países en desarrollo.
Mirado desde el punto de vista de la penetración del acceso en los hogares, aún existen muchas diferencias entre lo que acontece en los países en desarrollo versus los países desarrollados. Según la Comisión de Banda Ancha de la ONU, la República de Corea alcanza el mayor nivel de penetración de banda ancha por hogar, tras haber alcanzado en 2014 un 98%. En tanto por habitantes, según el citado informe, existen 77 países con más del 50% de su población conectada, siendo los diez primeros europeos, destacando entre ellos Islandia con un 96,5%.
Con estos datos y hechos, Lacobucci concluye que la banda ancha es considerada un motor de desarrollo y también una excelente herramienta para combatir la desigualdad. Buscar los mecanismos, estrategias y políticas para fortalecer el acceso en todas las zonas geográficas de nuestros países es una tarea prioritaria para las autoridades con el apoyo del sector privado, de manera que en el corto plazo las brechas al interior de nuestros países no persistan, al igual que las distancias con los países más desarrollados.