En Ucrania, las terminales de Internet satelital Starlink, desarrolladas por la empresa SpaceX de Elon Musk, se están utilizando ampliamente por fuerzas rusas, según reportes de The Wall Street Journal. Este uso se da especialmente para coordinar ataques en el este de Ucrania y Crimea, e incluye el control de drones y otros equipos militares.
Los equipos llegan a las manos de las fuerzas rusas a través de una compleja red de revendedores en el mercado negro, a pesar de que estas están prohibidas en Rusia. Seguimientos realizados indican que algunos dispositivos fueron comprados originalmente en eBay y luego introducidos clandestinamente en Rusia, asegurando su entrega en las líneas del frente.
El mercado negro de Starlink
Estas transacciones clandestinas no sólo se limitan a Ucrania ocupada, sino que se extiende hasta Sudán, donde los vendedores reenvían las unidades a las Fuerzas de Apoyo Rápido, un grupo paramilitar acusado de cometer atrocidades. Se estima que cientos de terminales han sido entregadas a este grupo. En respuesta a informes anteriores sobre el uso de Starlink por soldados rusos en Ucrania, Elon Musk aclaró que, hasta donde él sabía, no se habían vendido Starlink directa o indirectamente a Rusia, y el Kremlin negó dichos reportes.
La controversia también ha surgido respecto a las acciones de Musk de limitar el uso de Starlink en Ucrania, especialmente cerca de Crimea, lo que afectó planes ucranianos de ataque a la flota naval rusa. Mykhailo Podolyak, asesor del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, criticó estas decisiones, señalando las consecuencias mortales para civiles y niños. No obstante, Musk refutó afirmando que Starlink nunca estuvo activo cerca de Crimea y que las políticas fueron decididas antes del ataque planeado por Ucrania.
Ucrania perdió acceso a más de 1.300 terminales Starlink en los primeros días del conflicto por cuestiones de pago, ya que SpaceX cobraba $2.500 USD mensuales por mantener cada unidad operativa. Sin embargo, SpaceX ha donado más de 3.600 terminales a Ucrania. La proliferación de Starlink en el mercado negro y su uso en conflictos plantea preguntas sobre las restricciones tecnológicas y las sanciones, así como sobre la responsabilidad de las empresas en contextos de guerra.