Hace poco más de un año (noviembre de 2024), te contamos que el parlamento australiano aprobó una legislación que buscaba proteger la seguridad y salud mental de los más chicos, prohibiendo que los menores de 16 años pudiesen usar y crear nuevas cuentas en redes sociales. Un duro reglamento que se posicionaba como el primero en su clase a nivel mundial.
Ahora, estando en diciembre de 2025, Australia puso en regla desde esta semana la prohibición, afectando a plataformas como Instagram, TikTok, Snapchat, Reddit o YouTube. La medida nacional busca frenar el impacto del uso excesivo de las plataformas sobre la salud mental juvenil, pero su efectividad divide a expertos, padres y académicos.
Los defensores sostienen que la restricción protege a los adolescentes de la exposición a contenidos dañinos y de los riesgos de acoso o adicción. Sin embargo, los primeros días de aplicación evidenciaron que miles de jóvenes eludieron los controles mediante redes privadas virtuales o creando perfiles falsos. El propio gobierno reconoció que la verificación de edad no es infalible y que los sistemas requieren ajustes.
Efectos inmediatos y respuestas familiares
Entre los padres australianos predominan las reacciones encontradas. Algunos celebran que sus hijos estén menos tiempo frente a la pantalla y retomen actividades presenciales; otros alertan que el aislamiento digital puede afectar a adolescentes que dependen de Internet para socializar o expresar su identidad. Madres y padres consultados describen hogares más tranquilos, pero también adolescentes frustrados o excluidos por no poder comunicarse con sus pares.
Organizaciones como Amnesty Tech sostienen que la prohibición no ataca el origen del problema y solo desplaza la actividad juvenil hacia espacios menos seguros. Especialistas del Instituto Cato advierten que los menores recurren a aplicaciones alternativas o canales cifrados, donde la supervisión es casi imposible.
Debate de redes sociales, control y aprendizaje digital
Según un análisis publicado por la Universidad de Melbourne en Phys.org, el veto difícilmente cambie «la realidad de crecer en línea». La investigación señala que medidas generalizadas tienden a redistribuir los comportamientos en lugar de eliminarlos, y que retrasar el acceso a las plataformas también retrasa el desarrollo de competencias críticas y de alfabetización digital. El problema, argumenta el estudio, no son los adolescentes, sino los algoritmos y modelos de negocio que incentivan la exposición constante y la validación por métricas.
Académicos y autoridades coinciden en que la aplicación será gradual y con errores. El desafío, apuntan, será combinar regulación, educación y salud pública para formar usuarios capaces de navegar Internet con autonomía y seguridad. De lo contrario, el veto corre el riesgo de convertirse en una política simbólica más que en una solución efectiva.




