Un equipo de neurocientíficos analizó más de mil episodios de activación cerebral durante el despertar, utilizando electroencefalografía de alta densidad en 20 personas mientras dormían. El registro, que incluyó tanto despertares espontáneos como provocados por una alarma, reveló que esta transición hacia la vigilia no ocurre de forma uniforme en el cerebro, sino que sigue una secuencia ordenada que comienza en las regiones frontales y avanza hacia las áreas posteriores.
Esta ‘ola’ de activación se observó de forma consistente en todos los participantes. En los casos en que las personas fueron despertadas durante la fase REM del sueño, el patrón fue diferente: no se registró un aumento inicial de baja frecuencia, típico del sueño profundo, sino una activación directa en frecuencias más altas, relacionada con un estado de alerta. Los participantes que despertaron desde esta fase dijeron sentirse más somnolientos, lo que apunta a una relación entre el momento de despercudir y la sensación de fatiga posterior.
Un despertar ordenado y no simétrico
A diferencia de lo que se pensaba, quedarse dormido y despertar no son procesos inversos. Al dormir, la pérdida de conciencia ocurre de forma gradual y menos estructurada, mientras que el despertar implica una reactivación progresiva y direccional del cerebro. En el caso del sueño no REM, la actividad cerebral pasó primero por una etapa de ondas lentas en las regiones centrales, antes de mostrar señales de alta frecuencia propias de la vigilia. Esto sugiere una posible participación de estructuras subcorticales como el tálamo o el locus coeruleus.
Los registros también mostraron que las ondas lentas de tipo I, como los complejos K, aparecieron justo antes del despertar y estuvieron vinculadas con una menor sensación de somnolencia. En cambio, la persistencia de otras ondas lentas, clasificadas como tipo II, se asoció con mayores niveles de somnolencia al despertar.
Un posible marcador clínico
Estas diferencias podrían ayudar a identificar trastornos del sueño como el insomnio o las parasomnias. Además, los investigadores destacaron que medir con precisión la actividad cerebral durante el despertar permitiría distinguir entre activaciones normales y aquellas incompletas o anómalas, comunes en algunos trastornos.
La investigación publicada en la revista científica «Current Biology» concluyó que desadormecer implica un patrón cerebral específico, tanto en tiempo como en espacio, que varía según la etapa del sueño desde la que se interrumpe el descanso.