Investigadores en Suiza realizaron un experimento en el que los participantes durmieron con los ojos abiertos para analizar la relación entre el tamaño de la pupila y la actividad cerebral durante el sueño. Los resultados mostraron que las pupilas no permanecen estáticas mientras una persona duerme, sino que cambian de tamaño constantemente, lo que indica variaciones en los niveles de activación del cerebro.
Para llevar a cabo el estudio, los científicos utilizaron un método en el que un ojo de cada voluntario fue mantenido abierto con cinta adhesiva y un vendaje transparente. Además, se aplicó una pomada con vitamina A para evitar que el ojo se secara. A pesar de esta intervención, los participantes lograron dormir en una habitación oscura sin mayores inconvenientes.
Los investigadores descubrieron que las fluctuaciones en el tamaño de la pupila están relacionadas con diferentes patrones de actividad cerebral, incluyendo ondas que intervienen en la estabilidad del sueño y la consolidación de la memoria. También observaron que la respuesta del cerebro a estímulos sonoros varía según el nivel de activación reflejado en la pupila.
Las pupilas y los niveles de activación cerebral
El análisis de los datos mostró que el tamaño de la pupila cambia en función de las distintas fases del sueño. Durante las etapas más profundas, la pupila se contrae, mientras que en otras fases experimenta variaciones más marcadas. Este comportamiento sugiere que el cerebro no se encuentra en un estado de reposo uniforme, sino que oscila entre niveles altos y bajos de activación.
Los científicos se centraron en una región del tronco encefálico conocida como locus coeruleus, responsable de regular los niveles de alerta y la transición entre la vigilia y el sueño. Si bien el estudio no determinó si esta estructura es la causa directa de los cambios en la pupila, sí estableció una relación entre estas fluctuaciones y la actividad de áreas cerebrales vinculadas con el estado de alerta.
En una siguiente etapa de la investigación, se planea utilizar fármacos para modificar la actividad del locus coeruleus y evaluar cómo afecta esto a la dinámica pupilar. Si se confirma una conexión directa, el monitoreo de las pupilas podría convertirse en una herramienta útil para diagnosticar trastornos como el insomnio, el trastorno de estrés postraumático e incluso para evaluar la recuperación de pacientes en estado de coma.
Los hallazgos de este estudio fueron publicados en la revista Nature y abren nuevas posibilidades para la investigación en neurociencia y medicina del sueño. Además, Caroline Lustenberger, Sarah Meissner y Nicole Wenderoth, investigadoras principales de este estudio, entregaron detalles sobre los hallazgos en una entrevista con la Web de la Universidad ETH Zürich.