Bryan Johnson es un empresario tecnológico de 47 años y que recientemente se ha hecho conocido por implementar un régimen diario diseñado para revertir el proceso de envejecimiento y mantener un cuerpo juvenil. Este método, que incluye el consumo de 91 suplementos diarios, un estricto horario de comidas y avanzadas terapias tecnológicas, ha generado tanto admiración como controversia en la comunidad científica y entre el público en general.
Cada día, Johnson comienza a las 4:30 AM con una serie de pasos meticulosamente planeados. Esto incluye la exposición a luz artificial que imita la del sol, para estimular la producción de colágeno y reducir la inflamación. Después, sigue una serie de tratamientos como la estimulación del nervio vago con dispositivos eléctricos, destinada a mejorar el sueño, reducir la presión arterial y disminuir la inflamación.
Aunque, el núcleo de su rutina radica en el alto consumo de suplementos. Estos incluyen flavonoides de cacao para la salud cerebral, ajo para reforzar la inmunidad y ashwagandha para controlar el estrés. Anteriormente, Bryan Johnson también utilizaba rapamicina, un fármaco inmunosupresor que dejó de consumir debido a efectos secundarios como infecciones cutáneas, alteraciones metabólicas y un aumento de la frecuencia cardíaca en reposo.
Su dieta se limita a un período entre las 6 y las 11 a.m., en el que consume platos ricos en vegetales, pudines de frutos secos y suplementos proteicos. Aunque afirma sentirse revitalizado, admite vivir con una constante sensación de hambre.
Biohacking y las críticas a Bryan Johnson
Conocido por su «Proyecto Blueprint», Johnson ha invertido más de dos millones de dólares anuales en su objetivo de reducir su edad biológica, logrando disminuirla en 5,1 años según sus datos. El empresario también ha explorado métodos experimentales, como transfusiones de sangre de su hijo adolescente y terapias de luz infrarroja para estimular el rejuvenecimiento celular.
Sin embargo, su enfoque ha generado cuestionamientos. Algunos expertos critican que muchas de sus prácticas, como el uso de rapamicina, carecen de evidencia sólida en humanos. Por otro lado, su régimen altamente restrictivo y costoso ha sido señalado como insostenible para la mayoría de las personas.
A pesar de las críticas, Bryan Johnson continúa persiguiendo su objetivo de reducir su velocidad de envejecimiento al mínimo posible. Su historia, reflejada en el documental de Netflix «Don’t Die: The Man Who Wants to Live Forever», ofrece una mirada profunda a los extremos del biohacking y el sueño de desafiar los límites de la naturaleza humana.