Hace unos días publicamos sobre las lacrimógenas y por qué pueden ocasionar incendios cuando se utilizan en lugares con árboles o pasto, y cómo sus propios fabricantes recomiendan no arrojarlas sobre los techos de los edificios por el peligro de originar fuego.
Hoy, queremos publicar la segunda parte de nuestra entrevista con Mónica Krãuter, Química con un Magíster en Química Ambiental, Profesora titular del Departamento de Procesos y Sistemas de la Universidad Simón Bolivar en Venezuela y Doctora en Desarrollo Sostenible. En esta oportunidad para hablar sobre las bombas lacrimógenas vencidas, instrumento que —pese a su condición— siguen siendo utilizadas por la policía sin realmente conocer su proceso de descomposición.
En Chile, como en gran parte del mundo, el «CS» (orto-clorobencilideno malononitrilo) es el compuesto más utilizado en una bomba lacrimógena. Este, más que un gas, es un micro-particulado blanco, insoluble en agua, que puede producir una larga lista de efectos en la salud.
Algunos muy evidentes como el abundante lagrimeo, salivación excesiva, irritación de las mucosas y del tracto respiratorio superior. Además de estornudos, tos, náuseas, vómitos, disnea y dolor de cabeza. Esto se suma a otros efectos más desconocidos como quemaduras en los ojos, blefaroespasmos, dermatitis, eritemas, hipertensión, congestión pulmonar, convulsiones, taquicardia, pérdida de la conciencia, paro cardiorrespiratorio y hasta la muerte.
De hecho, la dosis letal de una bomba lacrimógena está entre 25.000 y 150.000 mg/m3 por minuto.
El peligro de las lacrimógenas vencidas
Según Carabineros, a través del coronel Óscar Alarcón de la Prefectura de Valparaíso, nos enteramos que la institución cree que las lacrimógenas vencidas son como un yogurt pasados de días.
«No tengo información de bombas lacrimógenas vencidas, (pero sobre su efecto) la verdad es que es ninguno, es como tomarse un yogurt que usted se lo toma cinco días después, e igual funciona, igual está bien».
(Óscar Alarcón de la Prefectura de Valparaíso, Carabineros de Chile)
La verdad es que sería como un yogurt, pero de cianuro de hidrógeno. Compuesto altamente tóxico que -por dar un ejemplo- en una concentración de 300 partes por millón en el aire es suficiente para matar a un humano en cuestión de minutos.
¿Qué nos dice química Mónica Krãuter? Escuchemos a continuación:
La vida útil de una lacrimógena está entre los 3 y 5 años dependiendo del manejo y almacenamiento. El gas CS con el tiempo, el calor y la humedad se hidroliza produciendo clorobenzaldehído y malononitrilo, este último a su vez también se hidroliza generándose cianuro de hidrógeno que es muy tóxico y por encima de concentraciones tolerables letal.
La descomposición del gas CS produce también cianuro, ácido clorhídrico, óxidos nitrosos, monóxido de carbono, cloro, acetileno y fosgeno entre otros, todos ellos con toxicidades asociadas.
Particularmente el cianuro y el fosgeno son clasificados por la ‘Organización para la Prohibición de Armas Químicas‘ (OPAQ) como sustancias químicas letales, es decir, que pueden causar la muerte en concentraciones muy bajas.
¿Qué dicen los fabricantes?
Por su parte las advertencias son claras por quienes crean, venden y distribuyen este tipo de armas químicas. Las lacrimógenas no deben utilizarse después de su fecha de vencimiento. Es más, esto se encuentra escrito en las propias latas, sin importar su procedencia.
Otro punto importante es la mantención de propias bombas. Los fabricantes indican que estas deben estar almacenadas en su empaque de distribución y sólo sacarse -de ahí- cuando sean utilizadas. Además las malas condiciones de guardado pueden reducir significativamente la vida de la lata que mantiene los químicos.
«La humedad y el calor son los dos factores que más pueden dañar o destruir las municiones químicas». Con esa frase, ‘Defense Technology‘, una de las empresas líderes en la comercialización de este tipo de productos, explica sobre la importancia en el almacenamiento de las lacrimógenas.