No es novedad que lo más popular, sin importar el contexto, es lo más apetecido por los cibercriminales para efectuar sus fechorías. Y así pasó con “The Long Night”, el tercer capítulo de la última temporada de “Game of Thrones” (GoT).
Según Kaspersky, este episodio destacó entre otros no por una cuestión de gustos o espectadores. Más bien por poseer el mayor número de intentos de ataques cibernéticos detectados, alcanzando hasta 3.000 ataques por día.
¿La razón? Principalmente (puede ser) por ser ser considerada la escena de batalla más extensa filmada hasta la fecha por la industria cinematográfica. Y también un momento icónico esperado por todos los fanáticos de la serie.
Usando a GoT para asechar
Kaspersky, después de rastrear la actividad maliciosa asociada a lo largo de la octava temporada, descubrieron que el número promedio de ataques diarios contra usuarios que involucraban malware disfrazado de un episodio de Game of Thrones, era de alrededor de 300-400.
Lo impresionante es que este número aumentó a alrededor de 1,200 durante los tres o cuatro días posteriores al lanzamiento de cada nuevo episodio: un crecimiento considerable en la actividad maliciosa.
Otro vector de ataque asociado con Game of Thrones son los sitios web de transmisión que invitan a los usuarios a ver los episodios recién lanzados de forma gratuita, pero que en realidad están diseñados para extraer datos confidenciales de los usuarios.
Por lo general, el ícono en línea muestra una escena del programa de televisión y redirige a la víctima a una página de registro, donde le solicita los detalles de la tarjeta bancaria con el código CVC / CVV, afirmando que es solo para fines de validación. Los investigadores han señalado las similitudes entre este esquema y las recientes estafas que rodean la última película de Avengers:End Game.
¿Cómo evitar este tipo de ataques? Evitando las Webs cuestionables, principalmente los que distribuyen contenido pirata. Además de no ingresar ninguna información, especialmente los datos de la tarjeta de crédito u ocupar contraseñas que ya utilizar en correos electrónicos o redes sociales.