La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado el brote de viruela símica —o mpox— en África como una emergencia sanitaria global. Esto debido a la propagación de una nueva y más letal variante del virus, conocida como clado IB. Esta variante, detectada por primera vez en la República Democrática del Congo (RDC), ha comenzado a propagarse a países vecinos que anteriormente no habían reportado casos de mpox, lo que ha generado preocupación a nivel internacional.
Desde principios de 2024, se han registrado más de 17.000 casos de mpox y más de 500 muertes en 13 países africanos, con la mayoría de los casos concentrados en la RDC. Según la OMS, el número de casos reportados en lo que va del año ha superado el total del año pasado, lo que refuerza la gravedad de la situación. La nueva cepa del virus, que parece estar propagándose principalmente a través de redes sexuales, ha sido detectada en países como Burundi, Kenia, Ruanda y Uganda, donde anteriormente no se habían reportado casos de mpox.
Propagación y respuesta internacional al mpox
La OMS ha subrayado la importancia de una respuesta internacional coordinada para contener la propagación del mpox. A pesar de que las vacunas han ayudado a controlar brotes anteriores, en África la disponibilidad de estas es extremadamente limitada, lo que agrava la situación. Esta misma organización ya ha liberado 15 millones de dólares de su fondo de contingencia para emergencias y está buscando donaciones adicionales para financiar actividades de vigilancia, preparación y respuesta en los países afectados.
Es importante destacar que esta declaración de emergencia sanitaria global busca movilizar recursos y atención internacional para detener la propagación del virus antes de que alcance otros continentes. Sin embargo, la falta de vacunas en los países más afectados es un desafío significativo que requiere una acción urgente para evitar una crisis sanitaria mayor. La OMS ha activado el proceso de inclusión de las vacunas mpox en la lista de uso en emergencias, lo que acelerará el acceso a las vacunas en países de bajos ingresos, permitiendo una distribución más equitativa.