El año 2023 se destaca como el período con la mejor calidad del aire en la Región Metropolitana desde que se inició el Plan de Descontaminación Ambiental en 1997. Este logro sin precedentes se atribuye a una combinación de factores y estrategias que han sido implementadas durante más de dos décadas.
Desde la implementación del plan, la adopción de tecnologías más limpias en el transporte público y privado ha sido un factor crucial. La renovación de flotas de buses y taxis con vehículos eléctricos e híbridos ha contribuido a una disminución del 30% en las emisiones de CO2 en los últimos 26 años.
Las políticas públicas también han tenido un impacto significativo. A partir de 2010, se establecieron normativas más estrictas para las emisiones industriales, resultando en una disminución del 20% en la liberación de partículas contaminantes. Estas medidas han sido revisadas y ajustadas periódicamente para maximizar su eficacia.
La educación y la conciencia pública han sido fundamentales en este proceso. Desde 2015, se han lanzado diversas campañas educativas que han llevado a un cambio en el comportamiento de la población. El reciclaje ha aumentado en un 25% y el uso de transporte público en un 15%, lo que demuestra un compromiso colectivo hacia un futuro más sostenible.
El monitoreo constante de la calidad del aire ha sido otro pilar en este logro. Desde 2018, se han instalado estaciones de monitoreo en tiempo real, permitiendo ajustes rápidos en las estrategias de descontaminación. Los datos indican una mejora del 40% en la calidad del aire en los últimos cinco años, lo que ha sido crucial para planificar acciones futuras.
Desde 2020, la inversión en infraestructura verde, como parques y áreas de vegetación, ha aumentado en un 35%. Estas áreas no solo ofrecen espacios de recreación, sino que también actúan como ‘pulmones urbanos’, ayudando a purificar el aire y a mejorar la calidad de vida de los residentes.
A pesar de los avances significativos, aún hay desafíos por enfrentar. Con el crecimiento urbano proyectado para 2030, mantener estos niveles de calidad del aire será una tarea compleja. Para abordar esto, se planea incrementar la inversión en tecnologías limpias en un 50% en los próximos cinco años, con el objetivo de asegurar una mejora continua en la calidad del aire.