Un equipo de investigadores ha planteado recientemente dos propuestas para almacenar energía en la Luna durante el día y usarla por la noche.
“El primer sistema consiste en modificar un trozo de regolito (o suelo lunar), incorporando elementos como el aluminio, de tal forma que se convierta en una masa térmica”, explica Ricard González Cinca, coautor del estudio.
Para que se hagan una idea, la noche en la luna puede llegar a durar hasta dos semanas con temperaturas de hasta –150 ºC. Esto complica el funcionamiento de las naves en la superficie lunar y, lo que se ha hecho hasta ahora, es llevar pesadas baterías desde la Tierra, o usar energía nuclear.
González explicó a representantes de la agencia de noticias Sinc que, durante el día lunar, un sistema de espejos refleja sus rayos y calienta esta masa térmica que, luego, puede transmitir el calor durante la noche a los rovers u otros dispositivos.
El segundo sistema es parecido al primero, pero incorpora un sistema de espejos más sofisticado y un motor térmico. Los espejos son reflectores Fresnel –como los de algunas plantas de energía solar en la Tierra–, que concentran los rayos solares sobre un tubo con un líquido.
En ese sentido, el calor convierte el líquido en gas, que a su vez, calienta la masa térmica. De esa manera, después, durante el largo periodo nocturno, el calor se transfiere a un motor Stirling para producir electricidad.
“Este sistema es más adecuado que el anterior en proyectos lunares con mayores necesidades energéticas, como sería una misión tripulada que pasara una noche en la Luna”, destaca González.
Según el experto, este tipo de investigaciones son de vital interés si tomamos en cuenta que, a partir de 2020, las grandes agencias espaciales como la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA), y la de China planean sus primeras misiones tripuladas a la Luna.
Asimismo, otros países, como India y Japón también han manifestado su interés en mandar las suyas a partir de esa fecha.