¿Sabías que cualquiera podría engañarnos con una sonrisa falsa? Un reciente estudio demuestra que nuestro cerebro determina cómo están los demás luego de procesar sus expresiones faciales.
“El miedo, la ira, la tristeza, el disgusto o la sorpresa se infieren rápidamente de este modo”, explica David Beltrán, investigador que analizó la capacidad de la sonrisa para «falsear» la habilidad de deducción cerebral.
Según Beltrán, hay emociones más difíciles de percibir por el cerebro. Un caso paradigmático es el de la expresión de alegría.
“La sonrisa desempeña un papel fundamental en el reconocimiento de la alegría o felicidad de otros. Pero, como sabemos, no siempre que sonreímos estamos realmente alegres”, señala Beltrán.
El experto afirma que, en algunos casos, la sonrisa refleja simplemente cortesía o afiliación. En otros, puede incluso ser un recurso para ocultar sentimientos y motivaciones negativas, tales como dominancia, sarcasmo, nerviosismo o vergüenza.
Para determinar si una sonrisa es falsa o no, los autores crearon caras compuestas por bocas sonrientes y ojos que expresaban emociones no alegres, y las compararon con caras en las que tanto bocas como ojos se relacionaban con un mismo tipo de estado emocional.
El objetivo fundamental fue descubrir hasta qué punto la sonrisa sesga el reconocimiento de las expresiones ambiguas, y hace que se identifiquen con la alegría a pesar de estar acompañadas por ojos que expresan claramente otro sentimiento.
El poder de una sonrisa
Para los autores, la razón por la que a veces la sonrisa conduce a una mala categorización de la expresión tiene que ver con lo visual que es. Es decir, la sonrisa posee la capacidad para capturar la atención, y es por ello que la asociamos con el estado emocional de alegría.
En una investigación reciente, encontraron que la sonrisa domina gran parte de las etapas iniciales del procesamiento cerebral de las caras, hasta el punto que provoca actividades eléctricas del cerebro similares para expresiones genuinas de alegría y expresiones ambiguas con sonrisas y ojos no alegres.
Mediante la medida de movimientos oculares, observaron que una expresión ambigua se confunde y categoriza como alegre si la primera fijación de la mirada cae en el área de la boca sonriente, en lugar de en el área de los ojos.
Sin embargo, es curioso que la influencia de la sonrisa en estas valoraciones no es igual para todas las personas.
“En otro estudio comprobamos que las personas con ansiedad social tienden a confundir menos las expresiones ambiguas con expresiones genuinas de alegría”, concluye Beltrán.