La reciente misión NS-31 de Blue Origin, con una tripulación compuesta exclusivamente por mujeres, despegó el 14 de abril pasado a bordo del cohete New Shepard. El vuelo, que duró apenas 11 minutos, se promocionó como un ‘avance simbólico’ en la equidad de género y como un esfuerzo por mostrar una alternativa más sostenible dentro del turismo espacial. Sin embargo, las afirmaciones sobre su bajo impacto ambiental despertaron una ola de cuestionamientos por parte de científicos, organizaciones ambientales y el público en general.
Pese a que la empresa fundada por Jeff Bezos sostiene que su cohete funciona con oxígeno e hidrógeno líquidos, lo que en teoría produciría únicamente vapor de agua como residuo durante el vuelo, diversos estudios y análisis contradijeron estas declaraciones. Especialistas en química atmosférica explicaron que cualquier combustión a alta temperatura —como la que ocurre en un lanzamiento de cohete— transforma el nitrógeno del aire en óxidos de nitrógeno. Estos gases son nocivos para la capa de ozono y contribuyen al calentamiento global. Además, aunque el vapor de agua no es un contaminante en sí mismo, su presencia en las capas superiores de la atmósfera agrava el efecto invernadero al retener calor por más tiempo que si se encontrara a niveles más bajos.
Sostenibilidad cuestionada del turismo espacial
La promesa de un modelo sostenible en esta forma de turismo espacial fue puesta en duda por científicos y también por organizaciones y medios que analizaron el impacto total del vuelo. Según una estimación citada por The Mirror, un solo viaje realizado por New Shepard puede generar entre 75 y hasta más de 1.000 toneladas de emisiones de carbono por pasajero, si se consideran las emisiones indirectas del proceso completo. Esta cifra supera con creces la huella de carbono que muchas personas acumulan durante toda su vida.
Un estudio realizado por la University College London en 2022 señaló que el hollín generado por los cohetes en altitudes elevadas tiene un potencial de calentamiento hasta 500 veces mayor que el mismo compuesto emitido a nivel del suelo. Esto se debe a que, en la estratosfera, las partículas contaminantes permanecen más tiempo y alteran el equilibrio climático de manera más significativa.
Aunque Blue Origin defiende la reutilización de su cohete como una ventaja ambiental —afirmando que el 99% de su masa en seco puede utilizarse en múltiples vuelos—, este aspecto no neutraliza los efectos negativos en la atmósfera. La empresa asegura que el New Shepard puede volar hasta 25 veces con un mantenimiento mínimo, lo cual reduce la necesidad de fabricar nuevos componentes, pero esto no elimina los impactos de cada lanzamiento individual.
Críticas al modelo
Sin duda, la dimensión simbólica del vuelo fue eclipsada por la polémica que generó su impacto ecológico. Katy Perry, una de las seis pasajeras, fue duramente cuestionada en redes sociales por su participación. La cantante, que previamente había sido vocera en campañas sobre el cambio climático, recibió críticas por haber participado en una actividad considerada altamente contaminante. Algunas voces la tildaron de hipócrita, mientras otras cuestionaron la utilidad de invertir tantos recursos para realizar un viaje tan breve con importantes consecuencias ambientales.
Personalidades como la actriz Olivia Munn también expresaron su descontento con este tipo de iniciativas, calificándolas de ostentosas y ajenas a las necesidades reales de un planeta en crisis climática. El costo del asiento en el vuelo no fue revelado, pero se sabe que en misiones anteriores los precios alcanzaron los 28 millones de dólares. En esta ocasión, algunos participantes volaron gratis, según confirmó un portavoz de Blue Origin, aunque no se especificaron nombres.
Desde un punto de vista técnico, el motor BE-3PM de Blue Origin sí representa una mejora respecto a otros cohetes más contaminantes. Al utilizar combustibles sin carbono, se evita una parte del problema. Sin embargo, esto no impide que los efectos secundarios del lanzamiento alteren el clima de formas igualmente dañinas. La presencia de vapor de agua en la atmósfera superior y la formación de gases de nitrógeno convierten este tipo de vuelos en una preocupación creciente para la comunidad científica.