Después de más de cuatro años y medio de operación, el Explorador del Campo Gravitatorio y de la Circulación Regular Oceánica (GOCE), está próximo a finalizar su misión.
En los próximos días, probablemente el viernes, la nave se autodestruirá al entrar en la atmósfera y abandonar su última órbita operacional a una altitud de 229 km. Los científicos y técnicos estarán muy pendientes para seguir la evolución de los restos que se generen.
GOCE, fabricado por Thales Alenia Space para la Agencia Espacial Europea (ESA), es el satélite más sofisticado jamás construido para investigar el campo gravitatorio de la Tierra y trazar la forma de referencia de nuestro planeta.
De hecho, ha facilitado el primer mapa de alta resolución del campo gravitatorio de la Tierra con una resolución sin precedentes. Los datos obtenidos ya han sido ampliamente utilizados en aplicaciones de oceanografía, geofísica, geodesia, glaciología y climatología.
Despedida de la nave ATV Albert Einstein
Por su parte, el Vehículo Automatizado de Transferencia (ATV) Albert Einstein también ha completado con éxito su cuarta misión ATV consecutiva de abastecimiento a la Estación Espacial Internacional (ISS).
Durante los últimos cinco meses que ha permanecido atracado al complejo orbital, el ATV-4 dio apoyo al control de actitud y órbita de la estación, entregó toneladas de suministros que incluían combustible, agua, oxígeno, aire y carga para la tripulación.
La nave Albert Einstein, diseñada y construida por Astrium para la ESA, logró un desatraque perfecto el 28 de octubre, seguido de una reentrada destructiva en la atmósfera –totalmente controlada– el 2 de noviembre de 2013. También se estableció un nuevo récord de retirada de residuos de dos toneladas.
Otro de los satélites que ha dejado recientemente de operar es el telescopio espacial Planck, también de la ESA, que el pasado 23 de octubre fue desconectado.
Este satélite, construido por Thales Alenia Space y puesto en órbita en el año 2009, estaba diseñado para analizar los débiles restos de la radiación del big bang, la denominada ‘radiación cósmica de fondo’ (CMB, por sus siglas en inglés).
La señal CMB muestra el universo tal y como era unos 380.000 años después del big bang, y describe las condiciones iniciales a partir de las cuales se formó el actual. Según sus promotores, aunque la fase de observaciones científicas ya haya terminado, “el legado de esta misión sigue vivo”, y sus datos se seguirán analizando durante años.