Después de semanas de análisis y pruebas, derivadas de preocupaciones sobre el rendimiento de los propulsores del Boeing Starliner y las fugas de helio que presentaba la nave, NASA ya tomó una decisión por los astronautas varados. Butch Wilmore y Sunita Williams, quienes llegaron a la Estación Espacial Internacional (ISS) en junio, regresarán a la Tierra en febrero de 2025 utilizando una cápsula SpaceX Crew Dragon.
El Starliner, que originalmente debía completar su primera misión tripulada con el retorno seguro de Wilmore y Williams, experimentó múltiples fallos técnicos. Entre ellos, fugas en el sistema de helio y la degradación de los propulsores, factores críticos para una reentrada segura en la atmósfera terrestre. A pesar de los esfuerzos de Boeing por solucionar estos problemas, las pruebas realizadas no fueron suficientes para asegurar la confiabilidad del sistema durante el regreso tripulado.
Steve Stich, gerente del Programa de Tripulación Comercial de NASA, mencionó que «la incertidumbre en las predicciones sobre el comportamiento de los propulsores del Starliner era demasiado alta», lo que llevó a la decisión de optar por un regreso no tripulado de la nave.
El futuro del Starliner y la alternativa de SpaceX
Con la misión de Boeing comprometida, NASA ha reconfigurado su misión Crew-9 de SpaceX, originalmente planeada para llevar a cuatro astronautas a la ISS, para incluir a Wilmore y Williams en su retorno a la Tierra. Esta modificación implica que la tripulación de Crew-9 se reducirá a dos astronautas, dejando espacio para los tripulantes del Starliner.
El Starliner, por su parte, intentará un regreso automatizado a la Tierra, aterrizando en White Sands, Nuevo México, como estaba previsto. Si bien este aterrizaje será crítico para la futura certificación del Starliner para vuelos tripulados, su desempeño hasta ahora ha dejado en duda la capacidad de Boeing para cumplir con las expectativas de NASA.
El éxito —o fracaso— del retorno del Starliner sin su tripulación tendrá sin dudas un profundo impacto para el futuro del programa espacial de Boeing, el cual ha enfrentado numerosas contrariedades desde su inicio, incluso antes de hacer el viaje al espacio. Una certificación positiva abriría la puerta a misiones rutinarias hacia la ISS, mientras que un nuevo contratiempo podría generar pérdidas adicionales y cuestionar la viabilidad a largo plazo del programa.