El ambicioso dispositivo Orb, creado por la empresa Tools for Humanity de Sam Altman y Alex Blania, atraviesa una crisis de resultados y credibilidad. Concebido para escanear el iris de mil millones de personas y generar una identidad digital única, el proyecto solo logró verificar alrededor de 17,5 millones de usuarios, equivalentes a menos del 2% de su meta global. El plan pretendía diferenciar a los humanos de las inteligencias artificiales en Internet, pero enfrenta obstáculos regulatorios, históricos cuestionamientos éticos y una viabilidad económica incierta.
El Orb es una esfera metálica que captura imágenes del iris y las transforma en un código cifrado, creando una identidad digital que da acceso a una red de aplicaciones, billetera virtual y a la criptomoneda Worldcoin. El dispositivo, símbolo del proyecto, debía convertirse en la puerta de entrada a una red global de «humanos verificados». Sin embargo, el ritmo de adopción y la falta de beneficios tangibles minan el entusiasmo inicial.
Inversiones millonarias y un modelo sin rumbo
A pesar de su valoración de 2.500 millones de dólares y de haber recibido 240 millones en financiamiento de firmas como Andreessen Horowitz, Bain Capital y Khosla Ventures, el modelo de negocio de Tools for Humanity sigue sin mostrar sostenibilidad. La compañía introdujo tarifas por uso de su red de verificación y comisiones por transacciones en la blockchain World Chain, pero ex empleados señalaron que estos ingresos no bastan para sostener la operación. Analistas del sector consideran que el proyecto aún carece de un propósito claro que justifique su existencia más allá de la promesa de otorgar tokens de bajo valor a los usuarios.
El despliegue global del Orb se topó además con fuertes barreras legales. Autoridades de Alemania, España, India, Indonesia y Brasil cuestionaron la seguridad de los datos biométricos, mientras que Filipinas, Colombia y Tailandia ordenaron la suspensión de las operaciones por violaciones a leyes de privacidad o actividades sin licencia. En China, el Ministerio de Seguridad del Estado calificó la recopilación de datos de iris con fines criptográficos como un posible riesgo nacional.
Los polémicos escaneos de Orb
Los ex empleados describieron estrategias iniciales agresivas de expansión, comparables a las de empresas tecnológicas que priorizan el crecimiento sobre la regulación. En América Latina y África, miles de personas de bajos recursos participaron en los escaneos atraídas por pequeñas recompensas en criptomonedas, mientras intermediarios organizaban traslados colectivos a los puntos de registro. En Kenya, la justicia declaró ilegales las operaciones y ordenó eliminar los datos biométricos recolectados.
El Orb, presentado como la herramienta que protegería la autenticidad humana frente a la inteligencia artificial, hoy simboliza la dificultad de transformar una idea visionaria en un sistema confiable y escalable. Los acuerdos con Tinder, Stripe, Visa, Razer y Reddit buscan mantener vivo el proyecto, pero el escepticismo crece. Para muchos observadores, el dispositivo que debía redefinir la identidad digital se convirtió en el reflejo más tangible del fracaso de una promesa tecnológica sin propósito definido.




