Con el auge de impresoras 3D el mundo de las prótesis encontró un método para hacer soluciones más accesibles a gente que por diversos motivos no ha tenido alguna extremidad, como ha sido el caso de Project Daniel en Sudán, país con sobre 50.000 amputados producto de una guerra civil.
Sin embargo los avances no acaban ahí, pues en el lado más científico -y financiado- de las investigaciones médicas en este rubro, los avances también están ocurriendo con importantes logros, específicamente nuevos sistemas que combinan prótesis biónicas con chips especializados, generando impulsos eléctricos en cada zona de la prótesis cuando esta entra en contacto con algo, mediante un sistema donde este chip es conectado con los los nervios de la extremidad mediante electrodos, permitiendo a la gente realmente «sentir» estímulos externos con prótesis en extremidades que habían perdido, permitiendo reconocer intensidades e incluso formas de los objetos.
La investigación, denominada «Lifehand 2», y fruto un trabajo colaborativo entre institutos de Italia y Suiza, fue el centro de una reportaje de la revista Science Translational Medicine, es la segunda generación del proyecto Lifehand, donde en ese prototipo el control se realizaba con la mente en vez de movimiento muscular.
Con esto, los sujetos de pruebas -los cuales fueron sujetos a experimentos de corto plazo de un mes- pudieron acceder de forma casi instantánea a aplicaciones eficaces de su tacto recuperado, identificando con una efectividad de 88% entre diversas formas como botellas, bates de baseball o mandarinas, y en un 78% la dureza en pruebas que hacían diferenciar entre madera, plástico y algodón.
Con esta información exitosa, el próximo paso para el equipo investigador será continuar expandiendo de a poco tanto las formas como texturas que se puede reconocer, con datos que van a ir de apoyo en la obtención de permisos para estudios de más largo plazo y , eventualmente, un producto final para el mercado general.